Un vitoriano conduce 15.000 kilómetros de un tirón al enamorarse de la voz del GPS de su coche

Sebastián Dazur Andosela, quedó prendado al instante de la voz que salía del artilugio que le indicaba el Camino que debía trazar con su automóvil para llegar a su destino.

«Sensual, sugerente- rememora Sebastián Dazur Andosela- . Era una voz lujuriosa, carnal, concupiscente, ¡venérea!».

Nada más salir del concesionario del Alto de Armentia con su nuevo coche y activar el GPS, al gasteiztarra le recorrió una sensación de arrobamiento.

«En el próximo cruce gire a la derecha, me dijo. Y después: En la rotonda tome la segunda salida. Radar móvil a 300 metros, reduzca la velocidad. ¡Qué dicción! No podía dejar de escuchar a la señorita del GPS».

Sebastián Dazur Andosela, olvidó que tenía que ir al trabajo; recoger a su suegra cuando saliera de la piscina; dejar a su hijo en el colegio y acercar a pilates a su esposa. A él le bastaba la compañía de la voz de la mujer del GPS.

Tal fue la dependencia que experimentó que empleó tres días para llegar desde el Alto de Armentia hasta la Avenida Gasteiz, donde reside, porque antes pasó por Burgos-Soria-Zaragoza-Barcelona-Castellón-Valencia-Murcia-Almería-Granada-Cádiz-Sevilla-Mérida-Cáceres-Ávila-Madrid-Valladolid-Burgos para terminar, después de 15.000 kilómetros, de nuevo en Vitoria. Todo por escuchar la voz de la chica del GPS.

«Para mí no existía nadie más que esa mujer -paladea el vitoriano-. Ha sido una aventura maravillosa. Sólo sufrí momentos de crisis cuando repostaba en las gasolineras. ¡Ojo, que la voz de la señorita que sale del surtidor es embriagadora también, ¿eh?».

Sebastián Dazur Andosela se plantea ahora acudir a un consejero matrimonial. Tras diez años casado se ha dado cuenta de que quizá no era tan feliz. Es necesario que su esposa y él hablen de este asunto. Todo por la voz de la chica del GPS que lleva de serie su nuevo coche.